"La atoreferencialidad es una enfermedad muy pesada"
ha dicho el Cardenal Joâo Braz de Aviz en la presentación de su biografía, “De las periferias del mundo al Vaticano”, el purpurado brasileño señala que "no hay lugar para una Iglesia de clases y castas".
Dom Joâo (así,
sencillamente, como le gusta que le llamen) ha sido presentado por el sacerdote
y periodista Manuel María Bru, presidente
de la Fundación Crónica Blanca, y el coloquio posterior ha sido
moderado por el padre Fernando Prado, director de Publicaciones Claretianas.
Su viaje a España
incluía una ponencia en la clausura del congreso del INSTITUTO TEOLÓGICO DE VIDA RELIGIOSA DE EUSKAL HERRIA, celebrado en Vitoria con ocasión del 25º aniversario de
su fundación, documento que, personalmente, tuve el honor de traducírsela al castellano (Joaquín Martínez vega OMI).
Madrid, (ZENIT.org) El Instituto Teológico de Vida Religiosa
de Madrid (ITVR) y la editorial Publicaciones Claretianas han
organizado este miércoles por la tarde un encuentro con el prefecto de la Congregación
para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica,
cardenal João Braz de Aviz, con motivo de la presentación de su biografía, “De
las periferias del mundo al Vaticano”.
En su intervención
sin papeles, ante miembros de una cincuentena de ordenes religiosas y varios
amigos del Movimiento de los Focolares, el purpurado brasileño ha
pedido “crecer en humanidad” y “ser normales”. “Las cosas normales son las que
nos sirven. Reconocer que somos pecadores, como dice el papa Francisco, pero no
corruptos. Y que, pese a todo, Dios nos ama muchísimo”, ha subrayado.
También ha advertido
que “no hay espacio para una doble vida, hacer una cosa y decir otra. No porque
sea pecado o un error, sino porque tenemos que ofrecer constantemente un
testimonio claro de lo que somos”. “Nuestro rostro --ha proseguido-- tiene que
decir si somos felices o no”. “Este es un desafío muy interesante”, ha
reconocido.
A continuación, el
cardenal Braz de Aviz ha indicado otra de las claves de la vida cristiana hoy:
“Hay que respetar profundamente la diversidad. La diversidad es buena. La
uniformidad es una enfermedad”. En este sentido, ha recordado que para el Santo
Padre “el poliedro, y no la esfera, es la mejor figura para hablar de la
diversidad, porque no esconde las diferencias”. “No tenemos que trasformar al
otro, sino amar al otro en la diversidad”, ha insistido.
Preguntado por ZENIT,
ha explicado que “la autorreferencialidad es una enfermedad muy pesada, porque
queremos transformar a los otros en nosotros. Esto no va. Hay que caminar en la
dirección contraria e ir al encuentro de las personas”. “Hay una observación
del Papa muy interesante. Él dice que si nosotros no vamos a la periferia, Dios
no entra en nosotros. Si nosotros somos el centro, Dios no puede entrar. Si
somos arrogantes, no hay experiencia de Dios, sólo hablaríamos de nosotros
mismos”, ha asegurado.
Por otra parte, el
prefecto vaticano ha destacado que “la reforma que quiere hacer Francisco es
irreversible”. “Debemos hacerla todos juntos, porque la Iglesia somos todos los
cristianos”, ha recordado. “Tenemos que vivir esta experiencia juntos. Solos no
somos capaces de hacer nada”. “Lo tenemos que hacer con el hermano, con los
otros”. “Hay que caminar juntos”, ha exhortado.
Finalmente, ha
incidido en que “no hay lugar para una Iglesia de clases y castas”. “Todavía tenemos
una Iglesia dividida en clases”, ha lamentado. Y sobre los laicos ha dicho que
“no son proletarios del espíritu. No es verdad... Son bautizados, tienen a
Cristo dentro de sí, su don. La vocación cristiana es vivir con todos”. Iván
de Vargas
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