“Sólo una
cosa es necesaria”
Palabra de
Vida para Junio 2015
¿Conoces la
Palabra de Vida? Es una manera muy sencilla de vivir el Evangelio, tomando de
él tan sólo una frase, pero que te pone en comunión con toda la Palabra de
Dios, que es Jesucristo en persona, Jesús que quiere encarnarse de nuevo, día a
día, en nuestra vida concreta. Esta práctica comenzó allá por los años 40 en
Trento, Italia. Es una iniciativa de la Sierva de Dios Chiara Lubich con sus primeras compañeras.
Hoy se ha extendido por todo el mundo. Llega, por medios diversos, a varios millones
de personas. Quienes se comprometen a vivirla, comparten recíprocamente sus experiencias
con otras personas. Es uno de los medios más sencillos y eficaces para vivir la
“espiritualidad de comunión”. Se puede acceder a ella en los más variados
idiomas. El comentario lo hacía Chiara misma. Actualmente han pasado el testigo a Fabio Ciardi, o.m.i.
A continuación transcribimos la traducción castellana.
A continuación transcribimos la traducción castellana.
"Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas;
sólo una es
necesaria" (Lc 10, 41-42).
Marta es emprendedora y
activa. Lo demostrará también en la muerte de su hermano, cuando entabla con
Jesús una conversación firme, en la cual lo interpela con energía. Es una mujer
fuerte, que muestra una gran fe. A la pregunta: «¿Crees que yo soy la
resurrección y la vida?», responde sin dudarlo: «Sí, Señor, creo» (cf. Jn 11,
25-27).
También ahora está atareada
preparando una acogida digna para el Maestro y sus discípulos. Es la anfitriona
(lo dice su propio nombre: Marta significa «dueña») y por eso se siente responsable.
Probablemente está preparando la cena para este huésped de categoría. María, su
hermana, la ha dejado sola en la tarea. En lugar de quedarse en la cocina según
las costumbres orientales, se une a los hombres para escuchar a Jesús, sentada
a sus pies, como haría una discípula perfecta. De ahí la intervención un poco
resentida de Marta: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola
para servir? Dile que me eche una mano» (Lc 10, 40). Y esta es la
respuesta afectuosa y a la vez firme de Jesús:
«Marta,
Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria»
¿Es que no le gustaba a Jesús
el estilo emprendedor y el servicio generoso de Marta? ¿Acaso no agradecía su
acogida concreta y no iba a tomar con gusto las viandas que le estaba
preparando? Poco después de este episodio, en otras parábolas, alabará a
administradores, emprendedores y empleados que saben sacar provecho de sus
talentos y negociar con los bienes (cf. Lc 12, 42; 19, 12-26).
Incluso alaba su astucia (cf. Lc 16, 1-8), de modo que no
podía no alegrarse de ver a una mujer tan llena de iniciativa y capaz de una
acogida diligente y generosa.
Lo que le reprocha es el afán
y la preocupación que pone en su trabajo. Está agitada, «afanada con los muchos
servicios» (Lc 10, 40), ha perdido la calma. Ya no es ella la que
dirige el trabajo, sino el trabajo el que ha tomado la delantera y la tiraniza.
Ya no es libre, se ha vuelto esclava de sus tareas.
¿No nos sucede también a
nosotros a veces que nos dispersamos en las mil cosas que hay que hacer? Nos
dejamos atraer y distraer por Internet, los chats, los superfluos mensajes del
móvil. Incluso aunque nos ocupemos en trabajos serios, estos pueden hacer que
nos olvidemos de prestar atención a los demás, de escuchar a las personas que
tenemos cerca. El peligro está sobre todo en perder de vista por qué y para
quién trabajamos. El trabajo y las demás ocupaciones se convierten en fin en sí
mismos.
O quizá nos pueden el ansia y
la agitación ante situaciones y problemas difíciles que atañen a la familia, la
economía, la profesión, las clases, nuestro futuro o el de nuestros hijos,
hasta hacernos olvidar las palabras de Jesús: «No andéis agobiados pensando en
qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos
se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad
de todo eso» (Mt 6, 31-32). También nosotros merecemos la
reprimenda de Jesús:
«Marta,
Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria»
¿Qué es lo único necesario?
Escuchar y vivir las palabras de Jesús. A ellas –y a Él, que habla– no se les
puede anteponer absolutamente nada. El verdadero modo de hospedar a Jesús, de
acogerlo, es acoger lo que Él nos dice. Tal como hizo María, que se olvidó de
todo, se puso a sus pies y no se perdió ni una palabra suya. Así no nos moverá
el deseo de figurar ni de sobresalir, sino de darle gusto a Él, de estar al
servicio de su reino.
Como Marta, también nosotros
estamos llamados a hacer «muchas cosas» por el bien de los demás. Jesús nos ha
enseñado que el Padre quiere que demos «mucho fruto» (cf. Jn 15,
8) y que haremos incluso cosas mayores que Él (cf. Jn 14, 12).
Es decir, Él espera de nosotros dedicación, pasión en el trabajo que se nos encomienda,
inventiva, audacia e iniciativa. Pero sin afán ni agitación, con la paz que
viene de saber que estamos cumpliendo la voluntad de Dios.
Lo único que importa es, pues,
convertirse en discípulos de Jesús, dejar que Él viva en nosotros, estar
atentos a sus sugerencias, a su voz sutil, que nos orienta en cada momento. De
este modo será Él quien nos guíe en cualquier acción nuestra.
Cuando hagamos «muchas cosas»,
no estaremos distraídos ni dispersos porque, siguiendo las palabras de Jesús,
nos moverá solo el amor. En cualquier ocupación haremos siempre una sola cosa:
amar.
Parola di vita giugno 2015 letta da Redi https://www.youtube.com/watch?v=ySx4w8y0REU&feature=em-uploademail
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