Bicentenario de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada
Aix de Provenza 24.01.2016: el Arzobispo con el P. General
Aix de Provenza 24.01.2016: el Arzobispo con el P. General
«Mañana celebro el aniversario
del día en que, hace diez años, dejé la casa materna para ir a vivir a (la casa
de) la misión. Instalé mi catre de cuerdas en el pasadizo que da a la
habitación que servía de dormitorio a mis dos primeros compañeros y que era
también la sala de comunidad. Una vela era nuestra única fuente de luz y, al ir
a la cama, la poníamos entre la puerta para que nos alumbrase a los tres. La mesa
eran dos tablones unidos colocados sobre dos cubas viejas. Para nada habíamos
perdido nuestra alegría; al contrario, dado que este nuevo estilo de vida
contrastaba tanto con el que apenas habíamos abandonado, a menudo reíamos con
ganas.
Era un deber para mí evocar este hermoso recuerdo en el santo aniversario de nuestro primer día de vida común». Así recordaba san Eugenio de Mazenod aquel 25 de enero de 1816.
Era un deber para mí evocar este hermoso recuerdo en el santo aniversario de nuestro primer día de vida común». Así recordaba san Eugenio de Mazenod aquel 25 de enero de 1816.
Tras la muerte del Fundador, el 21 de mayo de 1861, los miembros de la familia que él fundara, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, comenzamos a celebrar esa fecha como el aniversario de la fundación de la Congregación. Por eso, a 200 años de la fundación, los Oblatos estamos celebrando un año conmemorativo, jubilar. Uno de tantos aniversarios que celebramos los religiosos y que suelen pasar inadvertidos para el conjunto del Pueblo de Dios. Sin embargo, para quienes forman parte de una familia religiosa, de los Oblatos en nuestro caso, “hacer memoria de nuestros orígenes” puede ser un tiempo de gracia.
Celebración en España
La Familia Oblata de
toda España se dio cita en Pozuelo (Madrid) para celebrar esa efemérides. En
tal ocasión, acudió desde Roma el P.
Paolo Archiati, Vicario general de la Congregación. Les ofreció una charla,
en la que nos inspiramos para la narración que sigue.
Celebramos este bicentenario
con la sencillez que nos caracteriza como Oblatos. Quisiera comenzar subrayando
que el contexto de este nuestro jubileo se encuadra en otro jubileo: el Año de
la Misericordia. ¡Feliz coincidencia! No podíamos tener un marco más adecuado.
Es como si el Papa Francisco hubiera querido convocar el Jubileo de la Misericordia
porque este año nosotros los Oblatos íbamos a celebrar el jubileo de los 200
años de nuestra vida y de nuestra historia. Efectivamente, como Oblatos hemos
nacido de una experiencia de misericordia y de una llamada a compartir la
misericordia de Dios que experimentó S. Eugenio, como punto de arranque de
vocación, un Viernes Santo, en su ciudad natal, Aix de Provenza, en la
adoración de la Cruz.
Se acaba de clausurar el año de la Vida Consagrada. Al
inicio de ese año y para invitarnos a vivirlo intensamente, el Papa Francisco
escribió una carta a todos los consagrados instándolos a “mirar al pasado con gratitud, a vivir el presente con pasión y a
abrazar el futuro con esperanza”. ¡Parece como si el Papa hubiera escrito
estas palabras pensando en nosotros los Oblatos, al empezar el tercer
centenario de nuestra historia!
El mismo
Papa Francisco, a través de la Secretaría de Estado, envió su enhorabuena a
nuestro Padre general:
Estimado Padre Lougen,
Su Santidad se une a ustedes en la acción de gracias al
Dios Altísimo por las numerosas gracias derramadas sobre el Instituto en los
últimos 200 años y por los numerosos frutos que su trabajo ha producido. Que el
Señor les conceda ser cada vez más fieles al carisma de su fundador, San Eugenio
de Mazenod, que les anima a todos ustedes a profundizar en su compromiso
personal con Jesucristo y a que sean hombres que den siempre testimonio de la
alegría del Evangelio, “no sólo con palabras sino sobre todo a través de una
vida transfigurada por la presencia de Dios” (Evangelii Gaudium, 259). De esta
manera se convertirán en auténticos colaboradores de Jesucristo para evangelizar
aquellos que tienen más necesidad de su misericordia y amor.
En la Iglesia-Comunión
Así que el Papa se
une a nosotros en nuestro mirar al pasado
con gratitud y nos anima a proseguir
el camino que hemos emprendido de conversión a Cristo. Nos invita a vivirlo en
comunión con la Iglesia.
Antes de analizar en
breves pinceladas estos 200 años de historia, vamos a detenernos un momento en esas
tres invitaciones del Papa.
1. Mirar el pasado con gratitud. ¡Por cuántas cosas podríamos dar gracias a Dios! Hacer
memoria para “glorificar” al Señor, para proclamar cuán grande es el Señor. En
circunstancias como ésta nos puede ayudar el recordar las “mirabilia Dei”, las cosas maravillosas que Dios ha realizado en la
Iglesia por medio de nuestra familia.
2. Vivir
el presente con pasión.
Vivir este presente que se nos ha dado como regalo (presente también significa regalo): vivir, no dejarse vivir, no
dejarse sorprender por los acontecimientos, por la historia, sino ser agentes,
construirla a través de nuestra vida, de nuestras opciones diarias, -opciones
arriesgadas a veces- y a través de nuestra acción apostólica, misionera. Vivir
“con pasión”, no con cara triste o diciendo: “Ay, en nuestro tiempo…” ¡Cuántas
veces nos invita el Papa a la alegría, a ser testigos gozosos del Evangelio!
3. Abrazar el futuro con esperanza. No quisiéramos celebrar estos 200 años pensando que nos
quedan pocos más para extinguirnos, todo lo contrario, los celebramos con una
gran esperanza en el corazón, porque ¡la misión, como luego veremos, está muy
lejos de haberse terminado! Abrazar el futuro yendo a su encuentro, pero
también poniendo las bases para un futuro de Dios. Decimos varias veces al día:
“¡Venga tu Reino!”. Mediante la
misión oblata nosotros trabajamos en pro de la venida de ese Reino. Con
esperanza. Es la virtud teologal que nos lleva a creer que el Señor es el
agente, el protagonista de la historia, y que nos quiere implicar.
Así pues también nosotros los Oblatos tenemos “una gran historia que contar”. Podría parecer una “pequeña historia”.
Si la comparamos con la de otras familias religiosas, es ciertamente una
historia pequeña; pero el ser una historia pequeña o grande no depende ni de
los años ni del número, hay otros parámetros. Nuestra historia es la historia
de 14.746 Oblatos
de profesión perpetua (consagración de por vida).
Este es el último número de oblación que se le
ha asignado en el registro de la Secretaría general a Paulinus Raryanto, un
Oblato que hizo sus votos perpetuos en 24 de enero de 2016 en Yogyakarta,
Indonesia.
Actualmente la
Congregación cuenta con cerca de 4.000 miembros diseminados por 65 países en
los cinco Continentes y distribuidos en cinco regiones. Las últimas estadísticas
(2015) nos dicen que hay: 831 en África-Madagascar, 450 en América Latina, 771
en Asia-Oceanía, 718 en Canadá-Estados Unidos, 986 en Europa, más 36 en Roma:
Administración general. Hay que
resaltar que 2 oblatos son cardenales (uno, Francis George, ha fallecido) y 49
arzobispos y obispos. 537 jóvenes profesos (excluidos los novicios) están en
primera formación. A esto podríamos sumar algunos millares de laicos asociados
a la misión y al carisma de los Oblatos, así como a los diversos Institutos religiosos,
unos 40, que se inspiran en nuestro carisma o están relacionados con nuestra Congregación por motivos de fundación o
ayuda.
Los 200 años de nuestra historia
Estos 200 años los podríamos contar desde diversas perspectivas, relatando
por ejemplo la historia de algunos de estos 14.746 Oblatos: ¡cuántas cosas a encontraríamos,
cuántas sorpresas, cuántos motivos para dar gracias! Me limitaré a resaltar
algunas fechas y personas en rápidas “pinceladas”.
El primer jalón de nuestra historia es la “súplica” o carta de solicitud que Eugenio dirigió a los Vicarios
capitulares de Aix, escrita precisamente el 25 de enero de 1816. Es un escrito
de dos páginas, precioso. Este primer documento nos invita a escrutar los
signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo. Es lo que escribieron y
firmaron el fundador y sus primeros compañeros en aquellas circunstancias. Analizan
la situación en que se encontraba la Iglesia y la sociedad otrora cristiana y se
preguntan: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer? Piden “permiso” a los
Vicarios capitulares (la diócesis se hallaba en situación de sede vacante) para
reunirse en comunidad e iniciar la obra de las misiones.
Tienen muy claros dos objetivos: las
misiones, para reavivar la fe se había apagado totalmente o estaba a punto
de extinguirse en los corazones de las personas, y a la propia santificación personal en recíproca
ayuda, a través de la vida comunitaria.
Dos años después, en 1818, se celebra el primer Capítulo general y se
introduce la vida religiosa.
Ese mismo año tiene lugar la misión de Marsella, la más grande de las
primeras misiones, dada conjuntamente con los Misioneros de Francia. Entre
éstos se hallaba el famoso Forbin-Janson, paisano y amigo de Eugenio, que
quería convencerlo a que se uniera a su Sociedad para
salir de Provenza y evangelizar por toda Francia. Eugenio, clarividente y
realista, permanecerá fiel a su
inspiración primera: se quedará aquí, en Provenza, para evangelizar a los más
abandonados, los campesinos de las aldea.
15 de agosto de 1822. ¿Cómo silenciar este episodio, una especie de “gracia mística” que el Fundador tuvo a los pies de la imagen de la Inmaculada que instaló y bendijo en la iglesia de la misión? Actualmente esta se venera en la capilla de nuestra casa general de Roma? Es la “Virgen de la Sonrisa” (talla puesta a salvo de la incautación del gobierno francés por un Oblato español, el P. Arturo Clavé – * Madrid 1854 + París 1928). Se trata de una experiencia interior gracias a la cual el Fundador supera una duda que lo atormentaba: al topar con tantos obstáculos y oposiciones, se pregunta si la Sociedad de misioneros sería obra de Dios u obra suya. La Virgen lo anima persuadiéndolo de que esa nueva familia será bendecida por Dios, que tendrá porvenir y que hará mucho bien, en la Iglesia y en el mundo.
La "sonrisa" de la Inmaculada
15 de agosto de 1822. ¿Cómo silenciar este episodio, una especie de “gracia mística” que el Fundador tuvo a los pies de la imagen de la Inmaculada que instaló y bendijo en la iglesia de la misión? Actualmente esta se venera en la capilla de nuestra casa general de Roma? Es la “Virgen de la Sonrisa” (talla puesta a salvo de la incautación del gobierno francés por un Oblato español, el P. Arturo Clavé – * Madrid 1854 + París 1928). Se trata de una experiencia interior gracias a la cual el Fundador supera una duda que lo atormentaba: al topar con tantos obstáculos y oposiciones, se pregunta si la Sociedad de misioneros sería obra de Dios u obra suya. La Virgen lo anima persuadiéndolo de que esa nueva familia será bendecida por Dios, que tendrá porvenir y que hará mucho bien, en la Iglesia y en el mundo.
En 1826 llegará por fin la aprobación pontificia de la Congregación.
Misión ad gentes
Escolasticado Internaciona de Roma (IRS), 26 Oblatos de 18 nacionalidades
En 1841, otro año fundamental de nuestra historia, el encuentro del fundador con Mons Bourget, un obispo que viene de Canadá en busca de misioneros. Recorre toda Francia, pero no halla sacerdotes dispuestos a ir a trabajar en su extensa diócesis. Camino de Roma pasa por Marsella. Alguien le dice: Vaya a ver al Obispo, que ha fundado una nueva congregación de misioneros. Pero, si quiere tocar su corazón, no olvide la palabra clave: los pobres. Si le dice que le pide misioneros para los pobres, Mons. de Mazenod no podrá resistir.
¡Es un momento realmente importante, conmovedor! El fundador pide el
parecer a todos y cada uno de sus Oblatos: “¿Qué qué respondo a este obispo?” Uno
de ellos, el P. Dassy le escribe: No creo
que para esta misión haya que hacer grandes sacrificios: viaje, clima, cambio
de país, separación de la familia…, todo esto no es gran cosa a mis ojos.
Dígame una sola palabra y Francia será para mí el Canadá; mis padres, mis
hermanos y mis amigos estarán en Canadá; mi corazón volará a Canadá y ese país,
que hace vibrar nuestras almas en este momento, ese país será también mi única
patria hasta la muerte, si fuera necesario.
Todos pensaban lo mismo. Le dieron una respuesta afirmativa, entusiasta y unánime,
para “salir” a esa primera misión fuera de Europa. ¡Es el comienzo de nuestra
misión ad gentes!
Entre los años 1842 y 1861, cuando
muere Eugenio, tenemos la gran expansión misionera de la Congregación: ¡de 40 misioneros
pasamos a ser 414!
Tras la misión en Canadá siguen en breve otras en otros continentes. El 21
de octubre de 1847 los Oblatos llegan a Sri Lanka, antiguo Ceilán; el 15 de
marzo del mismo año arriban a Sudáfrica. En ambos países la labor de los
Oblatos ha sido decisiva para la implantación de la Iglesia. Habrá incluso un
primer intento de trabajar en la frontera de México-Texas.
En 1854 tiene lugar en Roma la definición del dogma de la Inmaculada
Concepción. Eugenio está ahí, en la Urbe, huésped del Papa en el mismo palacio
pontificio del Quirinal. Ante ciertos titubeos de algunos obispos y teólogos, el
Obispo de Marsella anima y presiona al Pontífice a ir adelante en la redacción
de la bula Ineffabilis Deus y el 8 de
diciembre asiste exultante a la definición del dogma, en primea fila, al lado
del Papa, en calidad de prelado asistente la trono pontificio. De vuelta a
Marsella erige una columna-monumento a la Inmaculada, remedo de la que Pío IX plantó
en la Plaza de España.
Muerte de San Eugenio de
Mazenod
El 5 de diciembre de 1861 es elegido Superior general el P. Fabre. Será el
primer sucesor de Eugenio. En sus cartas a la Congregación se percibe
claramente que su preocupación principal es mantener la familia unida y fiel al
fundador, mediante la fidelidad a la Regla de Vida que él mismo nos había dejado.
En 1862 se inicia la publicación de “MISSIONS”, la gran colección que,
desde la muerte del Fundador hasta 1972, narrará más de un siglo de historia
oblata.
En 1866 surge la Universidad de Ottawa, la primera universidad oblata y la
bilingüe en Canadá. Hhay que poner fin al dilema: francófonos (= católicos) y
anglófonos (= protestantes).
El 22 de diciembre de 1873 el P. Guibert o.m.i., arzobispo de París, es
creado cardenal: es el primer cardenal oblato. Le seguirán otros cuatro. En
1876 confía a sus hermanos Oblatos la basílica del Sagrado Corazón de
Montmartre que él mismo había hecho construir. Serán los primeros capellanes y
convertirán a Montmartre en el foco de irradiación de la devoción al Sagrado
Corazón de Jesús para toda la Iglesia.
Misioneros del Polo Norte
En 1912 los padres Turquetil y Leblanc fundan la misión de Chesterfield Inlet (Canadá). Comienza la “epopeya blanca”, la evangelización de los inuit (esquimales). Libros como “En los hielos polares”, “Inuk”, “Héroes del Frío”, “Apóstoles Desconocidos”, hacen época como literatura misionera durante varios años. ¡Cuántos seminaristas salieron de su seminario diocesano para irse al noviciado de los Oblatos! Aunque más que para hacerse Oblatos era para “ir al Polo Norte”. Muchos de ellos serían mandados después a otros continentes con climas a veces tropicales; pero habían entrado en los Oblatos para ir las misiones del Polo, misiones que valieron a los Oblatos el piropo de “especialistas de las misiones difíciles” (Pío XI).
El año 1913 señala el martirio de dos
pioneros del Polo Norte, los padres Rouivière y Leroux, en “Rivière Rouge” (Río
Rojo).
En 1914 del P. Ortolan publica el primero de los cuatro volúmenes de la
historia de los Oblatos. A casi cien años de la fundación, los Oblatos ya tiene
“una historia larga para contar”…
Apoyo a la Misión universal de
la Iglesia
En 1916 el P. Robert Streit inicia a
Munster, Alemania, la publicación de la “Bibliotheca
Missionum”, una antología bibliográfica de las misiones. Esta obra monumental,
hoy con sede en Roma, dará paso a la “Bibliographia
Missionaria”, fundada en 1935 por el P. Juan Bautista Rommerskirchen, OMI, y
en la que han trabajado generaciones de Oblatos, quienes la dirigen hasta el
día de hoy.
En 1925 el P. Otto Furman funda la MIVA, obra misionera para proveer de
vehículos a las misiones. Ahí trabajará incansable y emprendedor P. Pablo
Schulte, denominado “el misionero aviador”.
En 1927 Santa Teresa de Lisieux es proclamada Patrona de las misiones. A ello
contribuyeron eficazmente dos Oblatos, Mons. Fallaize y Mons.
Charlebois, ambos obispos misioneros del Polo.
Entre los colaboradores directos con la misión universal de la Santa Sede, el P. Marcelo Zago (1932-2001) merece capítulo aparte: misionero en Laos, experto en Budismo, profesor de misiología en universidades pontificias, Secretario del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso, Juan Pablo II le confía la organización del primer encuentro interreligioso de Asís (1986) y la redacción de la encíclica Redemptoris Missio (1990). Lo nombra Secretario del sínodo sobre la Vida Consagrada (1994), y finalmente Arzobispo Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos… Toda Una vida para la misión: así titula el P. Ghedo, p.i.m.e., su primera biografía.
El actual Secretario general de los Obras Misionales Pontificias, Ryszard
Szmydky, es un Oblato; así como Tadeusz
Nowak, Oficial de Propaganda Fide y Marek Rostkowski, Director de la Biblioteca
de Propaganda Fide.
Santoral oblato y otras causas
y cosas
En 1936 se introduce la causa de beatificación de Eugenio de Mazenod. Ese
mismo año son martirizados los Oblatos de Pozuelo (Madrid), una comunidad de
jóvenes que se preparaban para ir a misiones.
En 1940 es asesinado en un campo de concentración nazi el Beato José Cebula.
El martirio forma parte de nuestra tradición misionera: entre 1831-1997 han
sufrido muerte cruenta 80 Oblatos (Arthur Smith, Mártires Oblatos, Antofagasta,
Chile, 2006). Ahora habría que sumarles algunos más.
En 1959 el P. Lino Grénier funda la “Radio
Pío XII” en Bolivia. Este evento abre un nuevo capítulo para los Oblatos:
la evangelización a través de los medios de comunicación social. Actualmente
los Oblatos tienen a su cargo otras emisoras: Radio Nôtre Dame en Cotabato (Filipinas), Radio Pai’ Pukú en Paraguay,
Radio Liseli en Zambia… La
Conferencia Episcopal en Ucrania confió a los Oblatos el servicio católico de
la Televisión. El responsable actualmente es Oblato madrileño, Diego Sáez. Otro
servicio similar ejerce el P. Guillermo Siles en Bolivia.
El 11 de octubre de 1962 se abre el concilio ecuménico Vaticano II, en el
que participaron, a título diverso y con distintas funciones un buen número de
Oblatos: el P. Leo Deschâtelets, Superior general, el Cardenal Thomas B. Cooray
y 38 padres conciliares (obispos) más, amén de 5 expertos y 3 miembros de diversas
comisiones conciliares.
El 19 de octubre de 1975, jornada de las Misiones (DOMUND), Eugenio de
Mazenod es declarado Beato por Pablo VI. Gran fiesta para toda la familia.
En 1976 tiene lugar en Roma el primer congreso sobre el carisma oblato. Ese
mismo año se suspende la vice-Provincia de Laos, debido a la expulsión de todos
los Oblatos de aquel País. Sólo pudo permanecer, porque laosiano, el P. Jean
Khamse, actual obispo de Vientiane. Para los Oblatos franceses e italianos este
evento constituye una página triste, pero importante, de su historia misionera.
Seis de ellos fueron asesinados y son mártires de la fe. La mayoría de los supervivientes,
unos 70, reemprendieron el camino hacia otras misiones y abrieron nuevos campos
de evangelización.
En 1982 se abre en Roma la Causa de canonización, en la fase apostólica, del
Hermano Antonio Kowalczyk (1866-1947). Ahora, ya Venerable, está en puertas de
la beatificación. El camino de la santidad no es inherente al ministerio
sacerdotal, está abierto a todos. La vocación y la misión de los Oblatos
Hermanos es otra página maravillosa de esta historia que tendríamos que contar.
Tres Hermanos (españoles) ya han sido beatificados.
En 1988 Juan Pablo II beatifica en Maseru al P. José Gérard, Apóstol de Lesoto,
Sudáfrica.
El 3 de diciembre de 1995, fiesta de S. Francisco Javier, Patrono de las
Misiones, Juan Pablo II proclama Santo a Eugenio de Mazenod. Otro evento gozoso
para toda la familia oblata.
En 1999 tiene lugar en Polonia la beatificación del P. José Cebula, “mártir
de su sacerdocio”.
En 2011 son beatificados en Madrid 22 Mártires Oblatos españoles: más de la
mitad de la comunidad de Pozuelo de
Alarcón.
En 2014 se anuncia la beatificación de los 17 protomártires de Laos, causa promovida
por los Oblatos, que cuentan con el grupo más numeroso. El Papa ya ha firmado
el decreto pontificio y serán beatificados en 2016.
Están en marcha una docena de Causas
más camino de la canonización: un Cardenal, 5 Obispos y otros misioneros
mártires. También la de un oblato srilankés, llamado por algunos “el monje
loco”. Es el P. Thomas (Bastiampillai Anthonipillai), fundador del primer ashram (monasterio
contemplativo) católico en Asia...
Los Oblatos de España
Misioneros Oblatos españoles en Venezuela
con el P. Mazil, Consejero gral. para América Laitna. haitiano, y el P.Jorge Alberti, 1º dcha., uruguayo
con el P. Mazil, Consejero gral. para América Laitna. haitiano, y el P.Jorge Alberti, 1º dcha., uruguayo
Actualmente somos un número reducido. Los primeros Oblatos llegan en 1882,
a raíz de la expulsión de Francia; pero más que a establecerse, se dedican a
formar misioneros para reforzar las misiones de Hispanoamérica: Texas, Uruguay,
Argentina… Algunos llegarán hasta Sudáfrica y Ceilán.
Cuando se hallaban en pleno desarrollo, la Iglesia soportaba una clara
persecución religiosa. En 1936 estalla la guerra civil. El convento de Urnieta
(Guipúzcoa), primer bastión de los Oblatos en España, es bombardeado y
destruido; el escolasticado (seminario
mayor de misiones) de Pozuelo, es incautado por los milicianos y toda la
comunidad de jóvenes que se preparan para ir a misiones quedan prisioneros en
su propia casa convertida en cárcel. De ellos, 22, con el Superior provincial a
la cabeza, son martirizados. Al terminar la contienda nacional, el balance de
la Congregación en España es desolador: el 40 % de sus miembros pereció, sus
casas quemadas o saqueadas, las arcas vacías… Sólo se contaba con 17 sacerdotes
y 7 hermanos. La posguerra fue para ellos un período de penuria y hambruna.
Pero el espíritu de unión y el heroico ejemplo de sus compañeros mártires
hicieron factible lo imposible. Sin recursos, hubo que echar a andar de nuevo.
Los Oblatos españoles están o estuvieron en diferentes misiones por el
ancho mundo: tres en Ceilán, uno en África del Sur, otro en el Polo Norte… Su
presencia y labor en Hispanoamérica:
Texas, California, México, Uruguay, Argentina, Paraguay, Bolivia, Chile,
Venezuela, siempre al lado de los pobres o de los emigrantes en la frontera de
México, tiene a veces valor de epopeya. La Provincia dio a las misiones extranjeras
dos Obispos: Mons. Sinforiano Lucas (Chaco paraguayo) y Mons. Ramiro Díaz
(Venezuela).
Actualmente hay Oblatos españoles en Canadá (Universidad de Ottawa), Texas,
California, Venezuela, Argentina, Paraguay (profesor en el seminario nacional), Chile, Sáhara
(diálogo interreligioso), Francia (Lourdes, santuario), Ucrania (medios de
comunicación). Algunos están en Roma (Consejo general y Escolasticado
Internacional) o en Italia, con la cual España constituye la actual Provincia
Mediterránea.
En nuestro suelo patrio, trabajan en misiones compartidas con laicos asociados y los jóvenes, promueven la pastoral juvenil, atienden parroquias populares y
rurales, hospitales, inmigrantes… Los ancianos no se cruzan de brazos: imparten
la misericordia divina mediante ministerio de la reconciliación.
¡25 de enero 2016: cumplimos 200 años!
Hasta aquí algunas “pinceladas”, rápidos esbozos, sobre personas y acontecimientos
de nuestra historia. Cada pincelada podría ser un capítulo de esta larga
historia para contar.
¿Renacer o morir? ¡Partir de nuevo!
Hace unos 30 años dos Oblatos hicieron un estudio sorprendentemente actual.
Analizan el fenómeno de los Institutos religiosos que han sobrevivido a
diversas crisis porque han sabido reemprender el camino. Resaltan como
decisivos tres factores:
1º Han sabido dar una respuesta
adecuada a los signos de los tiempos. Saber leer los signos de los tiempos y encontrar una respuesta adecuada:
es lo que hizo Eugenio convocando la primera comunidad para comenzar la misión.
Es lo que intentamos nosotros en el hoy de la Iglesia y del mundo.
2º Han sabido apropiarse del Carisma de fundación. Volver a los orígenes. “Partir de nuevo desde Aix” ha sido el lema de algunos de nuestros encuentros
en estos últimos años, evocando aquella consigna del Resucitado: “Di a los míos que vuelvan a Galilea”, a
allá donde todo comenzó.
3º Se han comprometido a una conversión a Cristo personal
y comunitaria. Una profunda
renovación de la vida de oración y de fe, una espiritualidad cristocéntrica, una
auténtica conversión, equivale a decir un renovado empeño a arraigarse en la
persona de Cristo. Ésta es la experiencia inicial de san Eugenio. Éste ha sido
también el tema central de nuestro último Capítulo general.
Habría que añadir
un cuarto elemento: la misión. Desde Provenza (inspiración originaria) al mundo. Baste recordar el encuentro de
Mons. Bourget con el fundador. Fue el pistoletazo de “salida” (Francisco) para
iniciar la misión ad extra, ad gentes,
al mundo entero. La misión es nuestra razón de ser. Existimos para la misión.
Juan Pablo II nos recuerda que la misión del Redentor, la que el Señor confió a
sus discípulos y a cuantos iban a continuar su labor apostólica, está aún en
los comienzos. No lo dice por exagerar, lo dice para motivarnos. Así pues no
podemos pensar que estamos a punto de morir, ¡moriría la misión! Estamos llamados
a una vida nueva.
La
misión de Jesús, a la que fue llamado Eugenio para dar un aporte a través de
nuestra familia oblata, no ha terminado, todavía no ha conseguido su objetivo, al
contrario, “está en los comienzos”, como nos lo recuerda Juan Pablo II (ver la Redemptoris Missio, 1). Ha sido valiente
este Papa al decir que la cristiandad, después de dos mil años de historia,
está todavía en los comienzos de su misión; pero en cierto modo es verdad.
Eugenio nos daría la razón.
El
Señor sigue haciendo maravillas, sigue llamando obreros para su misión: a
nosotros nos toca prepararles el terreno, descubrir dónde y cómo llama el Señor
hoy. La vocación misionera sigue siendo una aventura apasionante –vivir el presente con pasión- que nos
compromete a todos. Por esto queremos perseverar dando gracias al Señor y
festejar estos 200 años, no como punto de llegada, sino como punto de partida.
Joaquín Martínez Vega o.m.i.
Santidad oficialmente reconocida por la Iglesia
por orden cronológico
por orden cronológico
San Eugenio de Mazenod, Fundador
Beato José Gérard, Apóstol de Lesoto
Beato José Cebula, Mártir de su Sacerdocio
Mártires Oblatos de España, Beatos
Mártires Oblatos de Laos, Beatos
Total: un Santo y 30 Beatos
_______Total: un Santo y 30 Beatos
N.B.
Algunas fotos del bicentenario en la celebración de la catedral de Aix de
Provenza, 24.01.2016:
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