En mis años jóvenes compuse algunos poemas.
Luego estuve siete años en Roma enfrascado en los estudios de filosofía y
teología y la vena poética se agostó. Durante ese largo período de estudios sólo
intenté componer un pequeño poema a la "Mater Admirabilis" del entonces colegio de las Religiosas del Sagrado Corazón
situado en todo lo alto de la popular escalita de Trinità ai Monti. En 1973, estando
en Dakjla, un cierto día me lancé a la aventura de “perderme” en el “Sahara Elquevir”,
en pleno desierto o en el “Interior” como decíamos allí. Quería describir para
mi hermana religiosa y sus compañeras de comunidad, las Hermanas. Sacramentinas Ciegas (todas
invidentes), lo que yo veía y lo que realmente era el desierto. En ese clima de
soledad y silencio, con la música sonora del viento constante, pensé en mi
patria chica. Relacionando lo que veía con lo que viví en mi infancia, parecía
que las Musas volvían a visitarme y compuse la poesía que sigue:
Romance
de la Presa Cerrajera (1)
En el desierto del “Sáhara”
caminando por la arena,
topo con un “uadelín” (2)
que el rebaño pastorea.
Me invita a entrar en su "jaima":
una alfombra, una tetera,
como brindis, un "¡Salam!"
con leche de su camella.
Mientras, el sol se ponía
dorando africana estepa.
La nostalgia me llevaba
al rincón donde naciera
y la historia tan cantada
de aquella heroica epopeya
de reconquista y de luchas
que inyectaron en mis venas…
Me chirrían los relatos
de matanzas y de guerras
entre moros y cristianos
que aprendimos en la escuela.
Prefiero soñar romances
de mi infancia y de mi tierra
con jeques Abencerrajes
y con cristianas doncellas
que por un lance de amores
emprenden arduas empresas
de transformar en vergel
"adiles" y parameras
con el "glugú" fecundante
de la Presa Cerrajera.
No me cuenten más historias
de batallas y de guerras.
Me quedo con los recuerdos
de mi infancia y de mi tierra.
Joaquín Martínez Vega, o.m.i.
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(1)Leyenda de la Presa Cerrajera
La tradición popular
transmite de boca en boca que allá por las tierras de León, entre Veguellina y
La Bañeza, en las arribas del río Órbigo, comarca del Páramo,
había una linda muchacha, cristiana ella, hija del Marqués de Hinojo.
Un Jeque musulmán se enamoró locamente de ella. “Pídeme
lo que quieras; pero concédeme la mano tu hija”, le
diría este seguidor de Mahoma al Marqués.
Éste, no atreviéndose a darle una negativa
rotunda, se lo puso difícil: “Podrás tomar por esposa a mi hija el día
que yo vea correr el agua por mis campos, para transformarlos de secano
en regadío”.
E pretendiente se lo tomó muy a pecho y se puso en camino
río arriba, por la margen izquierda, hasta ver dónde podría tener acceso a las
aguas para encauzarlas por El Páramo hasta la casa de la dama de sus amores.
Así surgiría la acequia o canal, histórico y legendario, denominado
“Presa Cerrajera”. ¿Nombre derivado de Ben Cerraj? Lo
ignoramos. Tampoco sabemos si el idilio terminó en boda con el clásico broche
de oro: "Y fueron felices y comieron perdices…"
(2) "Uadelín" (hijos de las nubes), así se denominaban los nómadas del Gran
Desierto, ataviados con turbante negro y darraj
azul.
!!!!!!! gracias padre Joaquin por compartir su vivencia en el Sahara con tan bello poema, fue hermoso conocerlo y compartir con usted una entuciasta charla en la casa de la congregacion en Roma Dios los bendiga!!!!
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