domingo, 8 de marzo de 2015

Arenas, camellos y Musas



En mis años jóvenes compuse algunos poemas. Luego estuve siete años en Roma enfrascado en los estudios de filosofía y teología y la vena poética se agostó. Durante ese largo período de estudios sólo intenté componer un pequeño poema a la "Mater Admirabilis" del entonces colegio de las Religiosas del Sagrado Corazón situado en todo lo alto de la popular escalita de Trinità ai Monti. En 1973, estando en Dakjla, un cierto día me lancé a la aventura de “perderme” en el “Sahara Elquevir”, en pleno desierto o en el “Interior” como decíamos allí. Quería describir para mi hermana religiosa y sus compañeras de comunidad, las Hermanas. Sacramentinas Ciegas (todas invidentes), lo que yo veía y lo que realmente era el desierto. En ese clima de soledad y silencio, con la música sonora del viento constante, pensé en mi patria chica. Relacionando lo que veía con lo que viví en mi infancia, parecía que las Musas volvían a visitarme y compuse la poesía que sigue:



            
Romance de la Presa Cerrajera (1)

En el desierto del “Sáhara” 
caminando por la arena, 
topo con un “uadelín”  (2)
que el rebaño pastorea.
Me invita a entrar en su "jaima":
una alfombra, una tetera,
como brindis, un "¡Salam!"
con leche de su camella.
Mientras, el sol se ponía 
dorando africana estepa.
La nostalgia me llevaba 
al rincón donde naciera
y la historia tan cantada 
de aquella heroica epopeya 
de reconquista y de luchas 
que inyectaron en mis venas…
 Me chirrían los relatos 
de matanzas y de guerras 
entre moros y cristianos 
que aprendimos en la escuela.
Prefiero soñar romances 
de mi infancia y de mi tierra 
con jeques Abencerrajes 
y con cristianas doncellas 
que por un lance de amores 
emprenden arduas empresas 
de transformar en vergel 
"adiles" y parameras 
con el "glugú" fecundante 
de la Presa Cerrajera. 
No me cuenten más historias 
de batallas y de guerras.
Me quedo con los recuerdos 
de mi infancia y de mi tierra.

Joaquín Martínez Vega, o.m.i.

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 (1)Leyenda de la Presa Cerrajera

La tradición popular transmite de boca en boca que allá por las tierras de León, entre Veguellina y La Bañeza, en las arribas del río Órbigo, comarca del Páramo, había una linda muchacha, cristiana ella, hija del Marqués de Hinojo.

Un Jeque musulmán se enamoró locamente de ella. “Pídeme lo que quieras; pero concédeme la mano tu hija”, le diría  este seguidor de Mahoma al Marqués. 
Éste, no  atreviéndose a darle una negativa rotunda, se lo puso difícil: “Podrás tomar por esposa a mi hija el día que yo vea correr el agua por mis campos, para  transformarlos de secano en regadío”.
E pretendiente se lo tomó muy a pecho y se puso en camino río arriba, por la margen izquierda, hasta ver dónde podría tener acceso a las aguas para encauzarlas por El Páramo hasta la casa de la dama de sus amores.
Así surgiría la acequia o canal, histórico y legendario, denominado “Presa Cerrajera”. ¿Nombre derivado de Ben Cerraj?  Lo ignoramos. Tampoco sabemos si el idilio terminó en boda con el clásico broche de oro: "Y fueron felices y comieron perdices…"


(2) "Uadelín" (hijos de las nubes), así se denominaban los nómadas del Gran Desierto, ataviados con turbante negro y darraj azul.





1 comentario:

  1. margarita caballero8 de marzo de 2015, 9:02

    !!!!!!! gracias padre Joaquin por compartir su vivencia en el Sahara con tan bello poema, fue hermoso conocerlo y compartir con usted una entuciasta charla en la casa de la congregacion en Roma Dios los bendiga!!!!


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