“Restablecer la
harmonía entre las diferentes corrientes eclesiales
es mi prioridad”
es mi prioridad”
¿Quién es este
hombre?
El P. Guillermo es un Misionero Oblato de
María Inmaculada alemán. Apenas ordenado sacerdote, fue destinado al Chaco,
donde se sumó a la labor misionera de otros Oblatos que trabajan entre los
indígenas guaraníes y nivaclés. Joven aún fue nombrado Superior provincial y
luego, elegido Asistente general de su congregación. Por eso pasó a residir en
Roma, donde estuvo 18 años seguidos: 6 como Asistente general y 12 como
Superior general. Lógicamente tiene una visión bastante amplia de la Iglesia
universal, pues tuvo que viajar por los cinco continentes visitando a sus
hermanos los Misioneros Oblatos. Al terminar su mandato realizó su íntimo deseo
de silenciarse como simple religioso en su antigua misión. Desde hacía 4 años
ejercía calladamente su labor en Asunción como formador en el escolasticado o seminario mayor de los Oblatos. Sus superiores estaban
pensando confiarle también otros jóvenes Oblatos formandos de los países hispanoamericanos,
cuando le sorprendió esta inesperada responsabilidad.
Recién ordenado
obispo, el Papa le llamó a Roma (“te sientes con él como con un verdadero
hermano”, comenta) y aprovechamos la coincidencia para entrevistarlo.
¿Cómo te ha caído
este nombramiento?
Ha sido para mí una
gran sorpresa. Nunca se hablaba de mí ni yo pensaba en eso. Después de mis 18
años en Roma, en 2010 volví a ese país donde también había estado anteriormente
18 años. Después de cuatro años en el ministerio de la formación de futuros
sacerdotes y misioneros Oblatos de María Inmaculada, me pidieron ser Obispo de
la Ciudad del Este, donde no hay Oblatos.
¿En qué
circunstancias fuiste nombrado?
La diócesis había
pasado por una situación un poco
especial por lo que el mismo Papa pidió a mi predecesor que dejase este lugar y
se buscaba un nuevo obispo. Creo que se pensaba que sería mejor que fuera
alguien totalmente ajeno a la situación. Yo no había estado en Paraguay durante
los años más críticos, me hallaba en Roma, y además soy extranjero, de
nacionalidad alemana. Así me eligieron para ser obispo de esa diócesis, que es
la segunda o tercera en tamaño en ese País y esa ciudad es el pulmón económico
del Paraguay. Me cayó de sorpresa. Lo acepté con espíritu de fe, porque yo creo
que no tenemos derecho de privatizarnos, o, como dicen otros, de apoltronarnos,
y no poner las experiencias vividas y las capacidades que podamos tener al
servicio del Señor cuando él nos llama.
¿Qué desafíos
pastorales encuentras?
Es una diócesis
situada en una triple frontera: Brasil, Argentina, Paraguay. Tiene muchísima
vitalidad (recalca con énfasis). Además es extensa: unos 30.000 km2. Y
precisamente, debido a esa vitalidad, como alguien me dijo, aquí, más que
animar, hay que moderar, porque hay mucha vida. Hay que canalizar toda esta
energía religiosa. Un ejemplo, se ha comenzado con la adoración eucarística
permanente (las 24 horas), y ya hay diez lugares donde se practica. Otro
ejemplo de esta vitalidad son los movimientos eclesiales: Legión de María,
Movimiento Familiar Cristiano, Cursillos de Cristiandad, Parejas Guía y muchos
más, y todos ellos con numerosos miembros. Hay que coordinar todo eso. Otra
realidad que requiere atención especial son las llamadas Comunidades de Retiro,
son 56 grupos de laicos que se dedican a predicar retiros de estilo carismático
los fines de semana, y eso irradia en todo el País. Evidentemente, toda esta
“movida” exige cercanía y algo de estructura. Ese es uno de los desafíos
pastorales.
Lo bueno es que, a
través de todo eso mucha gente se encuentra con Cristo por primera vez en su
vida y esto es positivo, se despierta una vida de fe. Pero no sólo hay que
acompañar los retiros mismos, sino acompañar también a esa gente que, en su
itinerario de fe, ahora quiere formar parte de la Iglesia. Este es uno de los
grandes desafíos pastorales que veo.
No será el único...
El otro es la gran
extensión de la diócesis: en una dirección hay que recorrer 330 km. y en la
otra 200, a lo largo de la frontera, al lado del río Paraná. En esa zona
fronteriza hay un poco de todo. Empresas extranjeras han comprado grandes
extensiones de tierra para plantar soja. La selva o el monte, como decimos
allá, en gran parte ha desaparecido y se implanta el monocultivo con los
agrotóxicos. Es un problema.
Esta zona
fronteriza se ha convertido además en un corredor para la droga y la producción
de marihuana. Esto genera un componente de criminalidad que amenaza a la gente
sencilla, trabajadora, en las ciudades y también entre los campesinos. He ahí
otro gran desafío social y pastoral, al que hay que hacer frente en una extensa
zona rural.
Además de los
desafíos, habrá algún factor positivo.
Uno muy positivo es
responder a los jóvenes que quieren ser sacerdotes. Una de las cosas buenas que
ha hecho mi antecesor es haberse dedicado a la pastoral vocacional. Ha creado su
propio seminario, que cuenta en este momento con 80 seminaristas mayores, es
decir, estudiantes de filosofía y teología. También hay un nutrido seminario
menor. Hay además otro grupo de unos 80 seminaristas en diferentes comunidades
religiosas. Se trata de institutos de vida consagrada recientemente fundados.
He aquí otro desafío: encauzar bien su formación y acompañarles en el
discernimiento de su vocación para que lleguen a ser sacerdotes sabios y
santos, como siempre se dice.
Y para terminar con
los desafíos, podríamos decir que también son un reto esas nuevas comunidades
que se han fundado en la diócesis. Aún no sé el número exacto, dado que sólo
llevo unas semanas de obispo; pero calculo que son por lo menos 15 nuevas comunidades.
Algunas son contemplativas, otras quieren vivir la pobreza radical conforme al
estilo de los orígenes del franciscanismo. Hay varios grupos a los que les encanta la liturgia
antigua, en latín lógicamente, visten el hábito… Son gente joven que quieren
consagrarse a Dios. Algunos grupos están bien organizados y bien dirigidos por
sus superiores o fundadores. En otros casos necesitan una mano para que los
inicios sean lo mejor posible para todos los involucrados. Este fenómeno es
característico de esta diócesis, no se da en otras partes de Paraguay. Tal vez
en el vecino Brasil se encuentran situaciones parecidas.
Prioridad del nuevo
Obispo, ¿la unidad?
Mi prioridad es
simplemente que trabajemos juntos, es decir, encontrar un camino sinodal. Hay
que organizar el Consejo Presbiteral, órgano básico y necesario. Al comenzar un
nuevo Obispo, se renueva este Consejo. Urge sobre todo organizar un buen Consejo
Pastoral. Todos juntos, involucrando a todos esos grupos, canalizando toda esa
riqueza y vitalidad, hacer un nuevo plan pastoral para definir juntos las
prioridades de evangelización, que van a ser
siempre las mismas: evangelizar a los pobres, a los más necesitados, a
los que no se acercan. También hay que establecer la harmonía, la mutua
comprensión, el respeto recíproco entre las diferentes corrientes de la Iglesia. Si todos somos católicos,
todos tenemos cabida en la nave de Pedro. Esta toma de conciencia es muy
importante para mí. Lograr la harmonía entre las diversas corrientes eclesiales
es mi prioridad.
Esta situación
habrá creado tensiones en la diócesis…
Evidentemente había
tensiones. Las hay en todo cambio, siempre hay gente a favor y gente en contra,
en un lado y en el otro. Agradezco a mi predecesor que haya dicho en público,
con todas sus reservas y actitudes críticas, que hay que obedecer al Papa y también al Obispo, no importa quién sea.
Esta es una actitud noble por su parte.
Además, en estas pocas
semanas que llevo, me ha visitado gente de todos los grupos. Se podría decir
que tienen ideas pastorales o espirituales muy diferentes; pero todos se han
acercado, se han presentado, y quieren vivir en comunión con la diócesis. Esto
es una buena señal, y se debe en gran parte a Mons. Ricardo Valenzuela, que
estuvo unos meses tras el cambio y la visita canónica, como administrador
apostólico con pleno derecho, y preparó el cambio.
Hemos hablado de
una Iglesia particular. Pero ¿cuál sería tu visión global de la Iglesia en
Paraguay?
El Paraguay es un
país no muy grande en la gran dimensión de América Latina. Tiene unos 400.000
kilómetros cuadrados (algo menor que España), pero cuenta sólo con 6 millones
de habitantes. Sin embargo es un país muy especial, con una personalidad muy
propia. Hay una unidad cultural de un
extremo al otro. Existen grupos diversos: los indígenas creo que son unas 17
etnias distintas; pero son minoritarios. Hay inmigrantes; pero el país se
caracteriza por un idioma propio, el guaraní. Se habla el castellano; pero el
guaraní es el idioma que se habla en familia. Existe una unidad nacional muy
fuerte: música local, cocina nacional, literatura… No olvidemos a Augusto Roa
Bastos (1917-2005), Premio Cervantes 1989.
Dentro de este
contexto está la Iglesia. Para caracterizarla, habría que remitirse a las
Reducciones, tanto de los Jesuitas como de los Franciscanos. En gran parte la
espiritualidad de la gente es franciscana. Existe mucho fervor y una marcada
devoción mariana. El santuario nacional es el de la Virgen de Caacupé. Se
calcula que el 40% del pueblo de Dios acude cada año en peregrinación a ese
santuario. Es una Iglesia de fe, de devoción, de fidelidad a la Iglesia
Católica. El 90% son católicos y podemos decir que las otras denominaciones
cristianas o sectas no han ganado muchos adeptos, como sucede en otros países
vecinos. Después de muchos años de
dictadura, la Iglesia ahora es libre. En estos 15 años está encontrando su
camino en esta nueva situación. Yo pienso que ella está haciendo también un
buen acompañamiento socio-político, teniendo una mirada crítica y al mismo
tiempo leal. Esperamos que no se introduzcan en Paraguay ciertas posiciones que se han implantado en otros países, como
son legalizar el aborto, cuestionar el matrimonio como unión entre
hombre-mujer… Esperamos que nuestro País pueda verse libre de esto.El gran desafío
socio-político va a ser la redistribución de la riqueza y la reforma agraria.
Es uno de los países con mayor
desigualdad en todo el continente y en el mundo. Pero con la espiritualidad que
existe, franciscana y mariana, como he dicho, creo que la Iglesia tendrá fuerza
para seguir adelante.
Una homilía del P. Guillermo sobre S. Eugenio de Mazenod,
patrono y protector de las familias en dificultad:
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