domingo, 5 de abril de 2015

Dichosos los que creerán...


¡Cristo ha resucitado! ¡De verdad ha resucitado! Este es el saludo de Pascua entre nuestros hermanos de todas las Iglesias de Oriente.  ¡Cuántas veces lo oí en Rumanía! -Xristos a reînviat! -Adevârat a reînviat! Esta verdad es el núcleo central de la fe cristiana.
Juan, el Discípulo Amado, dice que  María Magdalena volvió asustada a anunciar a los discípulos que había desaparecido el Cuerpo de Jesús. También las pías mujeres, por de pronto, sólo vieron la piedra removida y  el sepulcro vacío. El Discípulo Amado corrió con Pedro para averiguar  lo ocurrido. Llegó al sepulcro, vio y creyó (Jn 20, 8). Pero ¿qué vio? ¡El sepulcro vacío! Creyó sin haber visto todavía a Jesús resucitado.
Pienso que lo mismo hizo María, la primera “Cristiana”, que al anuncio de las otras Marías replicó: “-Yo ya lo sabía”. “-¿Quién te lo dijo?” “-Él”.

También aquí: Dichosa tú porque has creído lo que te dijo el Señor (tu Hijo).

¡Dichosos los que creerán sin haber vito!



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