Mons. Pierre
Fallaize, o.m.i.
1887-1964
En marzo de 2010, en
calidad de Postulador general de las Causas de los Oblatos, escribí
al obispado de Bayeux-Lisieux para saber qué pasaba con la Causa de ese
Siervo de Dios, que esa misma diócesis había promovido. Me contestó el Canciller
del Obispado, Daniel Austin, asegurándome que no la habían enterrado; pero que
la religiosa que llevaba adelante el trabajo había caído gravemente enferma y
que el Obispo estaba buscando un nuevo postulador. Parece que ya lo han encontrado
en la persona del P. Raymond Zambelli,
quien me dice: “Actualmente nos hallamos en plena restructuración de la Comisión
diocesana encargada de esta Causa. Mons. Boulanger, obispo de Bayeux, tiene que
nombrar los nuevos miembros (de la comisión diocesana)”. Es una buena noticia.
Mons. Fallaize, el "Inúk Ilaranaikor" (el hombre que nunca se enfada),
así denominado por los inuí (esquimales), al perder la vista, abandonó su
diócesis del Polo Norte y se retiró a su diócesis de origen, Bayeux-Lisieux, donde pasó silenciosamente más de cuarenta años confesando en la basílica de Santa Teresa
del Niño Jesús.
Para saber más
sobre él, haga clic aquí debajo y siga leyendo.
Pierre Fallaize era un normando pura
sangre. Nació en Gonneville-sur-Honfleur (Calvados, Francia).
Huérfano de padre
y madre, entra en seminario menor de Lisieux en 1899.
Dos años antes había muerto en esa localidad Teresita del
Niño Jesús y de la Santa Faz, Patrona de las Misiones.
Hace el servicio militar y, al
licenciarse, sigue los pasos de su paisano Mons. Arsenio Tourquetil, o.m.i.,
legendario obispo misionero de los hielos polares.
Solicita entrar en la Congregación de
los Misioneros Oblatos y, sin esperar la respuesta, se presenta en Bestin (Bélgica)
para iniciar su noviciado el 8 de diciembre de 1906.
- Profesión religiosa, el 25 de
diciembre de 1907.
- Ordenación sacerdotal en 1912.
- Al año siguiente es enviado a las
misiones polares del Makenzie, consideradas entonces como las más difíciles.
- Ordenación episcopal el 13 de
septiembre de 1931. Tenía 44 años.
Ocho años después tuvo que presentar la
dimisión, debido a una ceguera casi total, que él aceptaría con una paciencia
heroica. Los inuí o esquimales lo llamaban "Inúk Ilaranaikor" (el
hombre que nunca se enfada).
Vuelve a su tierra natal y cambia su
báculo episcopal por el bastón blanco de los ciegos y el trineo por un
perro-guía. Será durante varios años el
confesor asiduo de las carmelitas y de los numerosos peregrinos que llegan a Lisieux: Carmelo y basílica de Santa Teresa del Niño Jesús, su paisana, gran amiga y patrona, serán sus nuevos campos de misión.
La nostalgia misionera le seduce en su ancianidad y decide volver a su querida
diócesis misionera, para entregar su alma a Dios, tres años más tarde, en Fort Smith el 10 de agosto
de 1964.
No hay comentarios:
Publicar un comentario