Entrevista al P. Guillermo
Siles, o.m.i.
De paso por Roma, está con nosotros el padre
Guillermo Siles, formador de jóvenes religiosos, superior provincial, director
de Radio Pío XII, ente otros cargos, y, ahora, como buen comunicador, trabaja
en programas de televisión. Aprovechamos la ocasión para hacerle una entrevista que puede leerse a continuación:
Como Oblato boliviano, conocerás bien la historia e implantación de los Oblatos en tu País. ¿Puedes decirnos algo?
Los Misioneros Oblatos llegaron a Bolivia por
primera vez el 25 de marzo de 1925. Procedían de Alemania e iban a fundar una
misión en el Chaco boliviano; pero en la guerra del Chaco, Bolivia perdió la
guerra y el Chaco pasó a ser de Paraguay. De este modo los Oblatos, que habían
venido a Bolivia, pasaron a ser del Paraguay y fundaron el Vicariato Apostólico
de Pilcomayo.
El 18 de julio de 1952 los Oblatos llegan por
segunda vez a Bolivia; pero ahora son canadienses. Fueron invitados para
dedicarse a la evangelización.
En ese momento Bolivia está pasando por una
situación muy difícil, era el año de la Revolución Nacional. Los campesinos y
los mineros se hicieron con el poder, nacionalizaron las minas y llevaron a
cabo una reforma agraria. Se trataba de un movimiento popular muy fuerte que ha
marcado la historia del País hasta nuestros días. Los mineros habían sido muy
bien formados en Cuba y en la Unión Soviética y eran, lógicamente, de tendencia
comunista. El comunismo iba creciendo en Bolivia.
Los Oblatos canadienses van a entrar en ese
ambiente.
Los Oblatos fueron invitados por los Obispos
bolivianos, ¿para qué?
Fueron invitados para combatir el comunismo y
el alcoholismo. Éste era un problema grave porque los mineros, en familia,
consumían mucho alcohol; pero lo que parecía más grave era el comunismo.
Desde 1952
a 1963 la historia va a ser magnífica, porque en esa etapa los Oblatos
tendrán que enfrentarse contra la lucha social; pero para ello tienen que
confrontarse con los mineros, dado que la empresa ahora es del Estado. Quieren
dar nuevo rumbo a la vida cotidiana de los mineros y lo intentarán dedicándose
inicialmente a la formación de la juventud obrera, e, inspirándose en la JOC,
fundan la Liga de Trabajadores Católicos. Para implantar procesos de
evangelización en las familias, implantan el Movimiento Familiar Cristiano.
Esta era la labor pastoral de los Misioneros en esta etapa.
Creo que, al principio, toparon con una
fuerte resistencia.
En efecto, por su actuación tendrían que
soportar el ataque permanente de los mineros, de los dirigentes sobre todo,
pues tenían una fuerte agresividad anticlerical porque decían que los curas
venían a imponerse, a meterse en la vida
de los mineros. Tanto es así, que los primeros años hacían creer a los mineros
que los misioneros eran agentes de la CIA, porque eran “gringos”
(norteamericanos). Como venían del Norte, eran mirados con sospecha: podrían
informar sobre cualquier cosa.
Lo cierto es que, aunque no eran agentes de
la CIA, tenían un objetivo claro: implantar un estilo de vida muy diferente.
Bolivia es un país eminentemente católico y querían que la Religión siguiera
viva.
A medida que van pasando los años, los
Oblatos comienzan a captar lo que significa la Revolución, especialmente en los
centros mineros. Es ahí, entre los mineros, donde van a fomentar la vida de la
familia, el trabajo, la educación. Después abren una emisora, Radio Pío XII. La dirige el padre Lino
Grenier y la usa como apoyo a la evangelización. En ese clima de confrontación
existente desde el principio, los mineros, que también tienen su emisora, La Voz del Minero, aumentarán la
hostilidad. Así pues, si antes la confrontación era en la calle, en la capilla,
ahora salta a las ondas. Los dirigentes
mineros atacaban a los misioneros y éstos contestaban emitiendo mensajes de paz
y de tranquilidad, pero con el fin de que los comunistas no ganaran terreno y
que no impusieran su ideología.
Algún ejemplo concreto de ese clima de
hostilidad…
Hay más de uno. Era tal la agresividad que
cuando un Oblato de Catavi, el P. Enrique, atropelló un perro con su carro
(coche), la Radio de los sindicalistas dio la noticia como editorial del día:
“Cura capitalista mata perro proletario”. Esta anécdota revela el clima de
confrontación.
Otra anécdota: el padre Mauricio Lefebvre,
párroco entonces de Catavi, tenía que afrontar el problema generalizado del
alcoholismo. Una señora que vendía chicha (fermento de maíz) a los mineros,
tenía un “Santito” (Santería), le
pedían que se lo prestara, y ella: “Te lo dejo con una condición, si me compras
chicha”.
Un día el P. Mauricio se enteró de que había
una fiesta, acudió al lugar y les tiró la chicha. Por poco lo linchan; pero
como el padre eran tan alto, no pudieron hacerle frente.
Reitero, los sindicalistas mineros querían
proponer un régimen totalitario. Los Oblatos topan con esto y con el
alcoholismo; pero prosiguen con la tarea de la formación cristiana.
Con la llegada del Concilio, ¿cambió en algo
la situación?
Pero en 1963 soplan nuevos aires en el País.
Hay un nuevo presidente, el general René Barrientos (1919-1969). Era un
dictador, pero muy popular. Era bonachón y arreglaba cosas. Por otra parte, los
Oblatos comienzan a cambiar su actitud frente a los dirigentes de las minas. Se
abre un nuevo tipo de relación con los mineros.
¿Quiénes cambian, los mineros o los Oblatos?
Los unos y los otros. Aquí entra en juego el
P. Gregorio Iriarte, un navarrico, que logra ligar con los dirigentes
políticos, con la gente y con la Iglesia. Poco a poco los mineros se van dando
cuenta que los curas no habían estado en contra de ellos, que había habido
malentendidos. Hasta entonces los mineros tenían como eslogan: “esos malditos curas de
mierda”. Era la expresión que usaban siempre para señalar a los sacerdotes, que
los consideraban como opresores, porque se oponían a su estilo de vida.
El año 1963 arranca el inicio del
acercamiento, de relación normal en la vida cotidiana. Llegan los Oblatos a
Oruro para abrir una nueva misión entre las minas y se sorprendieron al topar
con una realidad tan cruda, tan difícil. Se preguntaban: ¿Pero cómo es que no
hay escuelas, la sanidad es mala, mueren muchos niños? ¿Cómo podemos resolver
estos niveles de vida infrahumanos? Abren las misiones de Oruro y Cochabamba para
intentar cambiar los niveles de vida de los mineros y de los campesinos. Abren
centros de formación para profesores: “no podemos permitir que la gente siga
siendo analfabeta”. Abrieron una Normal, es decir, un centro de enseñanza para
profesores y empezaron a capacitarlos. Fue la primera iniciativa de formación
en toda la región.
Y los Oblatos anticomunistas son ahora los
curas rojos…
Los Oblatos, lógicamente, se ponían de parte
de la gente, los ocultaban y sobre todo defendían sus derechos humanos,
impidiendo que hubiera exilio o confinamiento. Esta era la actitud de los
Oblatos con la gente.
En 1967 tiene lugar en Catavi la famosa
“Masacre de San Juan”. La Radio Pío XII puso el grito en el cielo, dando a
conocer el hecho en todo el País. La emisora tuvo mucho protagonismo en eso y
desde entonces estuvo muy solidarizada con el pueblo. A partir de ese momento Radio
Pío XII será muy vigilada y los Oblatos serán considerados como “los curas
rojos”.
Luego vendrá el Che y la opción por los
pobres…
Sí, en América Latina, a raíz del Concilio, se
comienza a reflexionar sobre la opción por los pobres, la lucha a favor de los
pobres. Había que defenderlos. Este proceso revolucionario iba acompañado por
ideologías. En ese momento es cuando el Che Guevara va a Bolivia y los mineros
estaban dispuestos a apoyar su iniciativa. Lo matan, pero sobrevive su espíritu
y en Bolivia surge una religión más
revolucionaria. Los Oblatos, a una con los Jesuitas, lideran esta corriente. Querían
que se defendieran los derechos humanos
y que se mejorasen las condiciones de vida para la gente; pero no se podía,
porque desde 1969 en Bolivia se han vivido constantemente dictaduras y golpes
de estado.
Ante esa nueva deriva pastoral, ¿cuál es la
actitud de los políticos?
Muchos Oblatos fueron perseguidos. En 1971 el
P. Mauricio Lefebvre, que había sido
párroco en Llallagua y después en La Paz, el 2 de agosto de 1971, cuando se
instala la dictadura de Hugo Banzer Suárez, es asesinado, durante la matanza
del golpe de estado. Mauricio iba en una ambulancia de la Cruz Roja para
socorrer a los heridos y cuando se acerca a ellos lo acribillan a tiros en
plena calle. Al día siguiente, en el entierro, en contra de las órdenes del
Gobierno, todo el pueblo acudió al cementerio. Desde entonces llaman al P. Mauricio
“Mártir de la Liberación Nacional”. Los Oblatos nunca han sido gente violenta,
han sido sensibles a los sufrimientos, siempre han estado cerca de la gente.
Pasan las dictaduras y llega la época de la
democracia, ¿Qué hacen los Oblatos?
Varios
Oblatos: Gregorio Iriarte, Gustavo Pelletier, Roberto Durette… en los años
77-78, se han comprometido en la lucha con la gente, apoyaron la huelga de
hambre de las mujeres y lograron que el Presidente, dictador, convoque
elecciones.
Gracias a estos esfuerzos de los Oblatos,
junto con otros religiosos, apoyando a estas mujeres, lograron que se
convocaran las elecciones, que llegara la democracia. Aquellos años no han sido
fáciles. Pero gracias a eso, en Bolivia, desde 1982 tenemos una democracia que
nos ha traído algo más de tranquilidad.
Durante este período, los Oblatos han seguido
trabajando con los campesinos, apoyándoles, alfabetizándolos, apoyando
iniciativas de producción, de organización. Han sido momentos muy positivos y
se han sentido muy contentos acompañando la vida de la gente.
Se cierran las minas, y ahora, ¿qué?
El año 1986 llega el modelo económico
neoliberal que es un paquete que saca el presidente Víctor Paz diciendo.
“Bolivia se nos muere”. Entonces sacó el proyecto de ley 21060. La gente nunca
lo olvida. Con ese decreto implanta en Bolivia el modelo neoliberal, por lo
cual cierra todas las minas y fábricas en el país y más de 30.000 obreros se
quedan en la calle y mucha gente ha ido caminando hacia la capital y los
Oblatos iban con ellos. Los acompañaron en la manifestación que se dirigía a La
Paz, pero no tuvieron éxito, se lo impidieron y los obligaron a regresar a sus
lugares de origen. Pero ahí comenzó la
crisis. Para los Oblatos, que siempre trabajaron con los campesinos y los
mineros, al cerrarse las minas, se crea un vacío, una crisis. Les dolió mucho
la situación, pues ahora nuestra gente emigra a las ciudades. Por eso se
intenta abrir otra misión en Cochabamba. Los Oblatos ya estábamos en
Cochabamba, pero queríamos cerrar la parroquia para abrir otra misión, e ir tal
vez a la Ciudad del Alto, una nueva ciudad donde se establecieron varias
personas. Los Oblatos comienzan a buscar otros espacios e inician nuevas
experiencias, los años 86-87. Se abren comedores populares y surgen fundaciones
como por ejemplo la fundación “Niño Feliz” para acoger los niños de la calle o
abandonados en todo el ámbito de la parroquia de Santa Cruz, zona oriental.
Fuimos ahí porque había muchos niños marginados que no tenían nada para comer.
Esa fundación sigue hasta hoy.
Bien por los niños, ¿y las madres?
Se abre el centro de La Paz, esta vez para
mujeres, que hoy en día es el Centro de Cultura Popular, con orientaciones
diversas, buscando iniciativas productivas para mujeres y para defender los
derechos humanos de la mujer.
En otra parroquia de Oruro se abrió la
fundación CEPA (Centro de Estudios de Pueblos Andinos), para investigar el
cambio climático, los daños colaterales, a consecuencia de la minería y los
“pasivos ambientales”. Ahora se diría “las secuelas de la explotación minera”.
Este centro se encarga también de
investigar la cultura aimara, la cultura andina, y comienza a crear centros de
discusión sobre la riqueza cultural de los aimaras. En Cochabamba se ha creado otra fundación,
CEPROMI (Centro de Promoción de los Oblatos de María Inmaculada). ¿Objetivo de
esta fundación? Se dedica a divulgar los medios de comunicación, la gobernanza,
la promoción de líderes y la defensa de derechos humanos. Esta fundación sigue
trabajando entre mujeres. Hay actualmente 18 grupos de mujeres acompañando en
varios barrios de la ciudad de Cochabamba, a fin de que las mujeres asuman un
liderazgo y sobre todo defiendan sus derechos.
Los Oblatos siempre se han dedicado a apoyar
a la Iglesia, pero en ese sentido misionero de acompañar a la gente en su
estilo de vida, en sus necesidades, y en mejorar su calidad de vida.
Habéis cumplido 60 años de presencia en el
País. Durante ese tiempo, ¿qué resaltarías como más llamativo?
Los Oblatos han trabajado en lo que se llama
la evangelización y la inculturación, porque si bien es cierto que cuando
llegaron intentaban evangelizar ese ambiente comunista y de borrachera, siempre
fieles a nuestro lema: “Me han enviado a evangelizar a los pobres” y “Los pobres
son evangelizados”, la experiencia de estos años es que los Oblatos hemos sido
evangelizados. Todos hemos experimentado que, si bien es cierto que anunciamos
el Evangelio a la gente, recibimos de la gente muchas cosas. La mayor parte de
los misioneros afirman que la inculturación del Evangelio produce que el
misionero también aprenda, no se queda contemplando pasivamente la cultura o en
la transmisión de la fe, porque al transmitir la fe, recibe la transmisión de
la cultura. Nuestro proceso de inculturación en estos últimos años nos revela
cómo hemos sido evangelizados por la gente. Cuando por ejemplo tú ves a una madre
tiene que atiende a nueve hijos y que para darles de comer tiene que trabajar,
sentimos cómo una mujer es capaz de dar la vida por los demás; o cuando ves a
un dirigente comprometido en la lucha social por la defensa de los derechos
humanos, en la búsqueda de mejores días para su gente, estos ejemplos son el
motivo por el que muchos Oblatos digamos: “Somos evangelizados”. J.M.V.
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En la 2ª entrega el P. Guillermo Siles nos hablará del P. Maurio Lefebvre.
En la 3ª, del P. Gregoio Iriarte
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En la 2ª entrega el P. Guillermo Siles nos hablará del P. Maurio Lefebvre.
En la 3ª, del P. Gregoio Iriarte
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