En la 3ª y última entrega de la entrevista hecha al P. Guillermo Siles que ahora nos va a hablar de otro
Oblato muy popular en Bolivia y en otros países de Hispanoamérica. Español y buen
navarro (siempre p’alante) se lanza
al ruedo y corre entre los toros, con riesgo de ser corneado. Pero, como un Francisco
Javier de nuestros días, nunca pierde de vista cual es el fin de su misión
apostólica. A grandes empresas vas: estas palabras las pone José Mª Pemán (Divino Impaciente)
en boca de S. Ignacio al enviar a Javier hacia el Extremo Oriente. Iriarte fue
enviado hacia el Occidente, a las Indias
Occidentales. Este segundo misionero navarro no subirá a los altares, pero también dejó muy
alto el listón. Sigan leyendo y vean.
El P.
Iriarte llegó a Bolivia en 1964. Nació en Olazagutía, Navarra. Se enrola en
las filas de los Oblatos y es ordenado sacerdote en Madrid en 1950. Acto
seguido fue enviado como misionero a Argentina y Uruguay.
Al llegar a Bolivia se metió a trabajar en
las minas. Tuvo que hacerse cargo de Radio Pío XII, la radio de la confrontación
con la de los mineros. Pero, como dice el P. Santiago Gélinas, canadiense,
Gregorio tenía una gran capacidad para negociar y para entender las cosas sociales.
Por aquel entonces el presidente Barrientos
había reducido los sueldos a los mineros y Gregorio entendió que había que
hacer algo. Visita a los dirigentes sindicales y les pregunta por qué ha paso
eso y ellos le cuentan, sorprendidos que el cura vaya a hablar con ellos
considerados como comunistas. En sus libros cuenta anécdotas sobre esto
subrayando que no había nada de comunismo. Se acerca a ellos y los acompaña a
La Paz para pedir que no les corten los salarios y lo logran. El Presidente le
llama por teléfono para decirle que no se ejecutará el decreto de reducción de
salarios.
Esto invirtió el trabajo a Gregorio. Siempre se
le ha considerado como el que dio un vuelco a la Radio Pío XII. La cambió de
ser anticomunista a estar con los “comunistas”. No es que se haya convertido en
radio comunista, sino que se ha vuelto una radio contestataria con la sociedad
neoliberal.
Fábrica de cemento Portland en Olazagutía. Gregorio nació y creció en un ambiente industrial y obrero
Me parece que se le conoce también como en un “activista social”
Gregorio comenzó a acompañar a la gente. Le
gustaba hacer de mediador. En este sentido era un “activista social”. El primer
libro que escribió se titula El Minero. En él relata muchas historias, cómo
vio la vida de los mineros. Era un hombre muy sensible a la realidad, captaba
la situación. Tiene una poesía interesante en la que dice: «Ay, minero
boliviano, si no te matan en la noche de san Juan, te mueres de silicosis».
Los Oblatos constataron que había muchos
mineros tuberculosos; pero en realidad no eran tuberculosos, sino que salían del
mineral y el mal de la mina les consumía los pulmones. A veces al toser
“botaban” pulmón por la boca. Esto le hacía estremecer a él como a todos los
demás misioneros.
Gregorio se interrogaba: ¿Cómo puede vivir la
gente así? Mueren a los 20, 40 años, dejando tres o cuatro hijos huérfanos.
Luego, las condiciones de vida: en un cuartito pequeño, 4 x 4, ocho personas.
¡Esto es inhumano! Su percepción de la realidad era tan fuerte, que no podía
cruzarse de brazos.
Como hombre activo, ¿qué iniciativas emprende?
Después de este libro, El Minero, escribe otro: El cooperativismo. Constata
que esta gente tiene un sueldo, que es poco, pero no lo disfruta, lo malgasta.
Había que enseñarles a ahorrar, había que crear instituciones para poder
compartir.
Su libro se hizo famoso y gracias a eso los
Oblatos crearon la cooperativa Asunción. Pero en todas las parroquias oblatas
había que abrir una cooperativa. Era la mentalidad de entonces. Era la manera
de acompañar y ayudar a la gente. Así pues, Iriarte no era sólo crítico, sino
también propositivo.
También decís de él que fue un gran
“concientizador”…
Gregorio deja las minas y se va a vivir a La
Paz junto con Mauricio Lefebvre. Allí trabaja en pastoral social y funda la
Asamblea Permanente de Derechos Humanos junto con otras personas que van a ser
los comprometidos a favor de los derechos de la gente. Con su gran capacidad de
comunicador quiere ser el concientizador
de Bolivia. Por entonces comienza a escribir lo que se llamarán los papelógrafos. Escribían en papeles sábana,
papeles gigantes con cifras, datos…
¿Por qué no se puede salir de esta situación
de pobreza?
Ese era interrogante acuciante para él. Examinó
las causas de la pobreza y resaltó el famoso dato del intercambio comercial. Él
decía: Es injusto el intercambio comercial, la balanza comercial es injusta,
porque nosotros (en Bolivia) vendemos 10 pero compramos 20. Pongamos como
ejemplo el tractor: un tractor nos cuesta hoy 10 quintales de azúcar. Mañana
tenemos que pagar por él 20 ó 50 quintales. El tractor no cambia de precio;
pero nuestra riqueza se devalúa. Esto es injusto.
Él tenía esa capacidad visual simple,
intuitiva, de hacer entender lo que está pasando en la vida. Gracias a esto
comienza a editar unos cuadernillos de concientización que se van a convertir
en el bestseller: Análisis
crítico de la realidad, 18 tomos del mismo libro. Ese libro va a
consagrar a Gregorio en todos los ámbitos. También escribió otro libro, Para entender América Latina, que va en
la misma línea. Produjo 34 títulos de libros. Era peligroso ser periodista
durante la dictadura; pero escribió un libro más audaz aún, La masacre del mal. Otro libro fuerte
fue el de La Deuda Externa (deuda
externa deuda eterna, decía él y explicaba por qué). En él prueba que la
deuda externa es inmoral. Pero esta es una etapa de Gregorio: el defensor de
los derechos humanos. Mucha gente le conoce sólo así, como el gran divulgador
de la realidad y el gran concienciador
de los bolivianos.
¿Cómo vivió el crepúsculo de su vida?
En los últimos años acaece como una
conversión en Gregorio: acompaña la vida religiosa y, después de ser Provincial,
se convierte en formador de las nuevas generaciones de religiosos y religiosas.
Junto con un Jesuita, abrió un centro para la formación de los formadores, y
ahí, en ese centro de Cochabamba, se ha
ocupado de todos los aspectos de la vida religiosa: los valores humanos, la
educación, los medios de comunicación, la catequesis en televisión… Después
entró como en una especie del verano de su vida, empezó a escribir cosas más
humanas, como Sé amigo de ti mismo o Juan Salvador Gaviota, poemas, historias…
Decía que él no era un gran escritor, que era sólo un gran divulgador. Cuando
editaba un libro, lo que le interesaba era que lo leyera la gente y para ello,
que tuviera un contenido sencillo y que económicamente costara poco. De ese
modo sus cuadernillos de Puebla, Santo Domingo o Aparecida se vendían como pan
caliente, como rosquillas. Su capacidad de síntesis y su estilo esquemático lo
hacía potable, sencillo.
Yo lo tuve como formador. Mi impresionaba su
capacidad de escucha. Gregorio fue evolucionando de hombre rígido a una persona
asequible, sencilla, amable. Tanto es así que antes de parir escribió su último
libro en el que decía: Dios ni juzga ni
condena. Era como su experiencia de Dios, de Dios Misericordia, un Dios
amoroso, un Dios que te protege, que te acompaña. Él había experimentado esa
ternura de Dios.
Un día cuando fui a verle me dice: “Mira, ahí
en mi escritorio está mi último libro, es como mi testamento”. Yo me puse
triste, pero él lo decía libremente, con toda naturalidad. Y es que yo creo que
él ha sido siempre así, trasparente, sencillo.
Otra cosa que me impresionaba a mí es que era
un hombre de oración muy profunda. Por la mañana rezaba y celebraba la
Eucaristía todos los días. Por la noche hacía media hora de adoración ante el Sagrario.
Y esto siempre, aunque tuviera reuniones.
Otro aspecto, la facilidad de dar
conferencias. Daba una charla por la mañana y por la tarde, una conferencia a
grandes personalidades en la universidad. Llegaba a casa y apenas cenaba ya
estaba dando otra charla a las comunidades eclesiales. Al día siguiente ya
podía estar con la pastoral juvenil o asesorando al Obispo. Es decir, tenía esa
“versatibilidad”, esa sencillez. Pero lo más impactante era su disponibilidad.
Nunca decía no, siempre tenía su tiempo. Creo que al irse dejó un gran vacío.
Para oír la voz y conocer mejor el talante del P. Iriarte, pincha en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=GLsQ29iCmPo
Recibió varios Doctorados "Honoris Causa".
El último se lo entregó, poco antes de morir, Evo Morales, Presidente de la República,
por su labor en favor de los derechos humanos.
El último se lo entregó, poco antes de morir, Evo Morales, Presidente de la República,
por su labor en favor de los derechos humanos.
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