viernes, 11 de julio de 2014

Los OMI en Bolivia, 3ª entrega


Campos de Olazagutía, Sierra de Urbasa
Gregorio Iriarte, un Oblato todo terreno

En la 3ª y última entrega de la entrevista hecha al P. Guillermo Siles que ahora nos va a hablar de otro Oblato muy popular en Bolivia y en otros países de Hispanoamérica. Español y buen navarro (siempre p’alante) se lanza al ruedo y corre entre los toros, con riesgo de ser corneado. Pero, como un Francisco Javier de nuestros días, nunca pierde de vista cual es el fin de su misión apostólica. A grandes empresas vas: estas palabras las pone José Mª Pemán (Divino Impaciente) en boca de S. Ignacio al enviar a Javier hacia el Extremo Oriente. Iriarte fue enviado hacia el Occidente, a las Indias Occidentales. Este segundo misionero navarro no subirá a los altares, pero también dejó muy alto el listón. Sigan leyendo y vean.




El P. Iriarte llegó a Bolivia en 1964. Nació en Olazagutía, Navarra. Se enrola en las filas de los Oblatos y es ordenado sacerdote en Madrid en 1950. Acto seguido fue enviado como misionero a Argentina y Uruguay.
Al llegar a Bolivia se metió a trabajar en las minas. Tuvo que hacerse cargo de Radio Pío XII, la radio de la confrontación con la de los mineros. Pero, como dice el P. Santiago Gélinas, canadiense, Gregorio tenía una gran capacidad para negociar y para entender las cosas sociales.
Por aquel entonces el presidente Barrientos había reducido los sueldos a los mineros y Gregorio entendió que había que hacer algo. Visita a los dirigentes sindicales y les pregunta por qué ha paso eso y ellos le cuentan, sorprendidos que el cura vaya a hablar con ellos considerados como comunistas. En sus libros cuenta anécdotas sobre esto subrayando que no había nada de comunismo. Se acerca a ellos y los acompaña a La Paz para pedir que no les corten los salarios y lo logran. El Presidente le llama por teléfono para decirle que no se ejecutará el decreto de reducción de salarios.
Esto invirtió el trabajo a Gregorio. Siempre se le ha considerado como el que dio un vuelco a la Radio Pío XII. La cambió de ser anticomunista a estar con los “comunistas”. No es que se haya convertido en radio comunista, sino que se ha vuelto una radio contestataria con la sociedad neoliberal.
Fábrica de cemento Portland en Olazagutía. Gregorio nació y creció en un ambiente industrial y obrero 

Me parece que se le conoce también como en un “activista social”

Gregorio comenzó a acompañar a la gente. Le gustaba hacer de mediador. En este sentido era un “activista social”. El primer libro que escribió se titula El Minero. En él relata muchas historias, cómo vio la vida de los mineros. Era un hombre muy sensible a la realidad, captaba la situación. Tiene una poesía interesante en la que dice: «Ay, minero boliviano, si no te matan en la noche de san Juan, te mueres de silicosis».
Los Oblatos constataron que había muchos mineros tuberculosos; pero en realidad no eran tuberculosos, sino que salían del mineral y el mal de la mina les consumía los pulmones. A veces al toser “botaban” pulmón por la boca. Esto le hacía estremecer a él como a todos los demás misioneros.
Gregorio se interrogaba: ¿Cómo puede vivir la gente así? Mueren a los 20, 40 años, dejando tres o cuatro hijos huérfanos. Luego, las condiciones de vida: en un cuartito pequeño, 4 x 4, ocho personas. ¡Esto es inhumano! Su percepción de la realidad era tan fuerte, que no podía cruzarse de brazos.

Como hombre activo, ¿qué iniciativas emprende?

Después de este libro, El Minero,  escribe otro: El cooperativismo. Constata que esta gente tiene un sueldo, que es poco, pero no lo disfruta, lo malgasta. Había que enseñarles a ahorrar, había que crear instituciones para poder compartir.
Su libro se hizo famoso y gracias a eso los Oblatos crearon la cooperativa Asunción. Pero en todas las parroquias oblatas había que abrir una cooperativa. Era la mentalidad de entonces. Era la manera de acompañar y ayudar a la gente. Así pues, Iriarte no era sólo crítico, sino también propositivo.

También decís de él que fue un gran “concientizador”…

Gregorio deja las minas y se va a vivir a La Paz junto con Mauricio Lefebvre. Allí trabaja en pastoral social y funda la Asamblea Permanente de Derechos Humanos junto con otras personas que van a ser los comprometidos a favor de los derechos de la gente. Con su gran capacidad de comunicador quiere ser el concientizador de Bolivia. Por entonces comienza a escribir lo que se llamarán los papelógrafos. Escribían en papeles sábana, papeles gigantes con cifras, datos…
Tenemos que conocer, analizar la realidad, decía, porque no es tolerable que diez personas gobiernen el país o diez personas gobiernen el mundo. No es posible mantener estas condiciones. Tenía un sentido crítico agudo, profundo. Éste era un factor importante en Gregorio, la facilidad en entender y divulgar las cifras. Una imagen suya, muy popular, que después de años aún recuerdan muchos es la famosa copa de champán en la que sólo el 20% es licor y el 80%  espuma.

¿Por qué no se puede salir de esta situación de pobreza?

Ese era interrogante acuciante para él. Examinó las causas de la pobreza y resaltó el famoso dato del intercambio comercial. Él decía: Es injusto el intercambio comercial, la balanza comercial es injusta, porque nosotros (en Bolivia) vendemos 10 pero compramos 20. Pongamos como ejemplo el tractor: un tractor nos cuesta hoy 10 quintales de azúcar. Mañana tenemos que pagar por él 20 ó 50 quintales. El tractor no cambia de precio; pero nuestra riqueza se devalúa. Esto es injusto.
Él tenía esa capacidad visual simple, intuitiva, de hacer entender lo que está pasando en la vida. Gracias a esto comienza a editar unos cuadernillos de concientización que se van a convertir en el bestseller: Análisis crítico de la realidad, 18 tomos del mismo libro. Ese libro va a consagrar a Gregorio en todos los ámbitos. También escribió otro libro, Para entender América Latina, que va en la misma línea. Produjo 34 títulos de libros. Era peligroso ser periodista durante la dictadura; pero escribió un libro más audaz aún, La masacre del mal. Otro libro fuerte fue el de La Deuda Externa (deuda externa deuda eterna, decía él y explicaba por qué). En él prueba que la deuda externa es inmoral. Pero esta es una etapa de Gregorio: el defensor de los derechos humanos. Mucha gente le conoce sólo así, como el gran divulgador de la realidad y el gran concienciador de los bolivianos.



¿Cómo vivió el crepúsculo de su vida?

En los últimos años acaece como una conversión en Gregorio: acompaña la vida religiosa y, después de ser Provincial, se convierte en formador de las nuevas generaciones de religiosos y religiosas. Junto con un Jesuita, abrió un centro para la formación de los formadores, y ahí,  en ese centro de Cochabamba, se ha ocupado de todos los aspectos de la vida religiosa: los valores humanos, la educación, los medios de comunicación, la catequesis en televisión… Después entró como en una especie del verano de su vida, empezó a escribir cosas más humanas, como Sé amigo de ti mismo Juan Salvador Gaviota, poemas, historias… Decía que él no era un gran escritor, que era sólo un gran divulgador. Cuando editaba un libro, lo que le interesaba era que lo leyera la gente y para ello, que tuviera un contenido sencillo y que económicamente costara poco. De ese modo sus cuadernillos de Puebla, Santo Domingo o Aparecida se vendían como pan caliente, como rosquillas. Su capacidad de síntesis y su estilo esquemático lo hacía potable, sencillo.
Yo lo tuve como formador. Mi impresionaba su capacidad de escucha. Gregorio fue evolucionando de hombre rígido a una persona asequible, sencilla, amable. Tanto es así que antes de parir escribió su último libro en el que decía: Dios ni juzga ni condena. Era como su experiencia de Dios, de Dios Misericordia, un Dios amoroso, un Dios que te protege, que te acompaña. Él había experimentado esa ternura de Dios.
Un día cuando fui a verle me dice: “Mira, ahí en mi escritorio está mi último libro, es como mi testamento”. Yo me puse triste, pero él lo decía libremente, con toda naturalidad. Y es que yo creo que él ha sido siempre así, trasparente, sencillo.
Otra cosa que me impresionaba a mí es que era un hombre de oración muy profunda. Por la mañana rezaba y celebraba la Eucaristía todos los días. Por la noche hacía media hora de adoración ante el Sagrario. Y esto siempre, aunque tuviera reuniones.
Otro aspecto, la facilidad de dar conferencias. Daba una charla por la mañana y por la tarde, una conferencia a grandes personalidades en la universidad. Llegaba a casa y apenas cenaba ya estaba dando otra charla a las comunidades eclesiales. Al día siguiente ya podía estar con la pastoral juvenil o asesorando al Obispo. Es decir, tenía esa “versatibilidad”, esa sencillez. Pero lo más impactante era su disponibilidad. Nunca decía no, siempre tenía su tiempo. Creo que al irse dejó un gran vacío.

Para oír la voz y conocer mejor el talante del P. Iriarte, pincha en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=GLsQ29iCmPo


Recibió varios Doctorados "Honoris Causa".
El último se lo entregó, poco antes de morir, Evo Morales, Presidente de la República, 
por su labor en favor de los derechos humanos.





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