viernes, 29 de noviembre de 2013

Víctor Lelièvre, ES.


Victor Lelièvre O.M.I.
Apóstol del Sagrado Corazón
1876-1956

Un hombre en sintonía con el Corazón de Jesús


El primer viernes de cada mes, a lo largo de 25 años, logró la impresionante hazaña de reunir durante una hora de adoración a unos 2.000 (dos mil) trabajadores que acudían a la salida del trabajo con mono y todo. En 1923 fundó la casa de retiro Jesús Obrero, en la que dirigía los ejercicios espirituales a numerosos grupos de trabajadores y jóvenes, hasta su muerte. Poseía el don de cautivar a las personas y ganarlas para Cristo. Muchos de ellos se convertirán después en verdaderos apóstoles. No tenemos es una lista completa del número de vocaciones a las que ayudó en su discernimiento, pero sabemos que despertó la vocación de más de 80 sacerdotes y de un centenar de religiosos .

Pescador de hombres hasta en una locomotora

Un apóstol de este tipo, como es de suponer, no se asusta de nada cuando se trata de ganar almas para Dios. Un día  en una plaza pública le aborda una señora cuyo esposo era maquinista de un tren. “Padre, si por casualidad se encuentra con mi marido, trate de convencerlo para que cumpla con Pascua. Siempre se excusa diciendo que no tiene tiempo”. Pocos días después el Oblato esperó la llegada del tren en la estación Pérade. Llega el tren y el Padre reconoce al hombre que cabalgaba aquel caballo de acero. “Arturo, baja un momento, tengo que hablar contigo”. "Imposible, Padre, no tengo tiempo, tengo que arrancar dentro de dos minutos” “Muy bien, entonces déjame ir contigo”. El Padre sube a la locomotora y se pone al lado de su hombre. El tren arranca y Arturo calienta la caldera de la máquina. Entre palada y palada de carbón el Oblato calienta la conciencia de Arturo hablándole de la misericordia del Sagrado Corazón. Se confiesa. Dos días más tarde, la misma locomotora cayó en un barranco del puerto de Quebec provocando la muerte del maquinista penitente.

Un molde de cura

He aquí otra aventura interesante ocurrida en Francia, en las afueras de París, durante un viaje a Europa. Invitan al P. Lelièvre a hablar a un grupo de comunistas en un almacén. Le ofrecen un bidón de petróleo como púlpito. Le basta poco más de una hora para ganarse el corazón de esa buena gente. Les hace reír a carcajadas, llorar, recapacitar y entrar en sí mismos. Después de una hora, la multitud grita exultante: “¡Basta, basta!" El Padre cree que ha fracasado... Pero no, ellos sólo pretendían dejarlo descansar. Le ofrecen vino y le dejan reanudar el sermón. Al final pasan el sombrero para hacer una colecta. El Padre no está de acuerdo, pero ellos continuaron y recogieron 210 francos de estos trabajadores  entusiastas. Tenga esto, le dicen, y vamos a hacer un molde del cura como usted.

La Causa del Siervo de Dios Víctor Lelièvre, clausurad la fase diocesana en Quebec, pasó a la fase apostólica de Roma, donde sigue su curso hacia la canonización.


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