A finales de los 90, llegando al final de mi mandato con
Superior provincial de los Misioneros Oblatos en España, subí a Begoña para
despedirme de D. Ricardo Blázquez. Le insinué que probablemente abandonábamos la última
parroquia que teníamos en Euskadi. “No,
por favor, padre, eso es una tentación, rechácela” me dijo con fuerza. “Aquí se
necesitan congregaciones internacionales como la suya para hacer patente que la
Iglesia es CATÓLICA, universal”.
Cuando fue nombrado obispo de Bilbao (8-9-1995), un político,
exjesuita, un tal Arzallus, recibía la noticia despectivamente: ¡Ahora nos
mandan a “un tal Blázquez”! ¡A quién se le ocurre nombrar obispo de Bilbao a un
no euskaldún!
Hoy (4-1-2015) otro jesuita de verdad, llamado Bergoglio
(Bergollo si lo pronunciamos correctamente) lo nombra cardenal. Anteriormente
(12 de marzo de 2012) los obispos españoles lo habían elegido su Presidente…
¡Enhorabuena, don Ricardo, y que no nos lo saquen de
"Pucela", que en Castilla y León le apreciamos y queremos!
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