En la fiesta de la
Epifanía, hace 22 años, los Reyes Magos
llevaron un regalo a Palogordo, “periferia”
de San Cristóbal, dos misioneros, Aladino y Octaviano.
José María Pemán decía
que a Dios le agrada hacer cosas grandes a partir de las pequeñas, insignificantes:
De un huevo un cóndor, con tres carabelas el descubrimiento de un Nuevo Mundo, de
un pesebre y una cruz, un mundo redimido. ¿Será esa la lógica que sigue en
Palogordo? Se parte de una capilla
minúscula que o acoge una humilde, diminuta pintura Jesús Nazareno venerada por
algunos fieles. Hoy cuenta con una comunidad parroquial viva, un salón-iglesia
mayor y varias salas más para acoger a los diversos movimientos eclesiales que
han florecido.
Los Misioneros Oblatos llegan
a Palo Gordo el 06 enero de 1992, como nos recuerda Zenaida Cardozo de Alviárez
en el Boletín de la Familia Oblata:
http://www.omicial.org/noticias/familia_oblata.pdf
En la periferia de la periferia, el Provincial de turno visita una familia colombiana. De aquí para arriba sólo hay árboles y culebras, me dicen.
http://www.omicial.org/noticias/familia_oblata.pdf
En la periferia de la periferia, el Provincial de turno visita una familia colombiana. De aquí para arriba sólo hay árboles y culebras, me dicen.
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